Se realiza un mínimo “pinchazo» con una aguja fina para inyectar una pequeña cantidad de anestésico local bajo la piel y profundo al tendón de aquiles. Posteriormente, se introduce una aguja más gruesa, para, sin dolor, separar la grasa de Käger, desde donde surgen las neovascularizaciones que llevan dolor al tendón, del tendón, permitiendo un apoyo indoloro del pie en el suelo y curando el tendón sometido a un proceso degenerativo.