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Tendinopatía de aquiles.

El tendón de aquiles, el más grueso e importante del cuerpo por su implicación en la marcha humana, es el resultado de la unión trenzada del tendón de los gastrocnemios (conocidos como gemelos) y el tendón del músculo sóleo.

La tendinitis ha sido considerada durante mucho tiempo como una lesión inflamatoria del tendón, pero hace ya años que sabemos mediante estudios histopatológicos, es decir, observar con microscopio células de tendones patológicos, que no hay células inflamatorias, siendo el nombre más correcto tendinopatía de aquiles.
El tendón humano responde a la carga y al ejercicio adaptando su estructura. Pero ¿qué ocurre si la carga es excesiva para el tendón, como puede ser hace más ejercicio del que estamos acostumbrados? Si la carga es excesiva, el tendón responde aumentando su sección secretando principalmente proteoglicanos, que son proteínas de cadena larga que retienen el agua. Si este aumento de sección no es suficiente para soportar la carga (imaginemos un escalador suspendido de una cuerda fina a punto de romperte, y esta intenta hacerse más gruesa para soportar el peso del deportista) y la carga sigue siendo excesiva, aumentan los cambios en el tendón, apareciendo cambios estructurales moderados, con un aumento más marcado de la sección transversal del tendón y en ocasiones dolor.
Tendón de aquiles con marcado enrojecimiento cutáneo
Tendón de aquiles con marcado enrojecimiento cutáneo
Tendón de aquiles con marcado enrojecimiento cutáneo

Es decir, curiosamente, cuando aparece el dolor ya ha habido un largo proceso degenerativo previo. Si la carga excesiva permanece en el tiempo, aparece ya una tendinopatía degenerativa, en las que por una reparación incorrecta del tendón este se llena de vasos sanguíneos nuevos, nervios nuevos y grandes cambios en la matriz, con zonas con muchas células y otras zonas con ninguna célula, alternándose estas. También pueden convivir varias fases de la enfermedad en un mismo paciente.

Curiosamente, las primeras fases son reversibles simplemente con adaptación de la carga: es decir, hacer ejercicio de fuerza para mejorar el tendón, hacer menos ejercicio lesivo para la estructura y quizás primar la calidad del ejercicio a la calidad. En las fases más avanzadas la adaptación de la carga y el ejercicio de fuerza no es suficiente para la sanación, y las técnicas avanzadas de tratamiento consiguen la mejoría del dolor, mediante cambios en la estructura del tendón o cambios en estos vasos sanguíneos y fibras nerviosas que penetran en él con técnicas concretas de tratamiento avanzado del tendón.

La clínica es lenta en su progresión, comenzando el paciente con un dolor leve, suave, en el tendón de aquiles, con sensación de rigidez matutina, para poco a poco, ir progresando a dolor durante la actividad física y, más adelante, dolor continuo y posible rotura de la estructura.

Hoy en día sabemos que tomar antinflamatorios no es buena idea para esta enfermedad y estudios científicos afirman que el tendón se cura de forma más lenta. Tampoco el reposo absoluto es adecuado, ya sabemos que el tendón se cura con la carga, por lo que pasear o hacer ejercicio que no nos provoque dolor es adecuado y saludable. Tampoco el frío parece dar buen resultado, disminuyendo la vascularización en el tendón, que de por sí ya está pobremente irrigado.

Hay que prestar atención al estudio ecográfico, que hay que relacionar con la clínica, pudiendo observar el tendón y sus cambios en el grosor, patrón fibrilar, presencia o no de neovascularización, aspecto de las bursas, paratendón (envoltorio del tendón), grasa de Käger y otras estructuras adyacentes como el flexor propio del dedo gordo.

Tras valorar la marcha en consulta, así como el movimiento de la articulación del tobillo, en función de lo observado se prescribirán o no ortesis plantares personalizadas, ejercicios de estiramientos de los gemelos y soleo, adaptación del ejercicio y consejos generales. En caso de presencia de neovascularización propondremos un tratamiento como el scraping del tendón de aquiles, que elimina en consulta las neoformaciones de vasos sanguíneos y nervios. Si la estructura del tendón está alterada y provoca dolor se pueden plantear técnicas como la electrolisis percutánea intratisular, y, en ocasiones, la infiltración ecoguiada de PRP. También, en casos de inflamación aguda del paratendón o alguna de las bursas, se puede infiltrar un medicamento glucocorticoide, imprescindible en este caso que sea ecoguiado para evitar inyectar nada dentro del tendón.

En casos rebeldes o de larga evolución se puede plantear la cirugía ecoguiada del tendón de aquiles, mediante tenotomías longitudinales, tratamiento de las bursas, paratendón, tendón del músculo plantaris y en ocasiones alargamiento de los gemelos en un mismo acto.

Ecografía del tendón de aquiles en la que se aprecia una gran bursitis
Ecografía del tendón de aquiles en la que se aprecia una gran bursitis

Síntomas

Sensación de rigidez en los primeros pasos de la mañana o tras un tiempo de reposo sentado. El dolor desaparece con el ejercicio, empeorando después.

Diagnóstico

El diagnóstico se basa en la clínica y en visualizar el estado de la fascia, cuantificar las fibras alteradas y su engrosamiento mediente una ecografía de alta definición del tendón de aquiles.

Tratamiento

Tras adaptar la carga en el tendón, las terapias de primer nivel, como las plantillas ortopédicas, y de segundo nivel, como las biológicas – PRP ecoguiadoelectrolisis percutánea intratisular, proloterapia – solucionan la práctica totalidad de los casos. En casos persistentes la cirugía ecoguiada ofrece una solución definitiva.

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